sábado, 16 de noviembre de 2013

Musas

La vida me ha demostrado que no se puede morir de amor, puede que todos tengamos una Gala, una Julieta o una Zelda Fitzgerald pero ¿Y si son dos? Dos diferentes y complementarias, una más cálida, la otra más atrevida, una más risueña, la otra más misteriosa, más ferviente o más calmada. No sé, nos han educado para pensar que tenemos a nuestra media naranja esperándonos en cualquier esquina y tal vez estemos compuestos de muchos gajos (no necesariamente gajos a los que nos queramos cepillar). 

Uno de ellos podrían ser nuestros amigos, en otro encontraríamos a nuestra familia, en otro a la pareja oficial del momento y en el resto a pequeños posibles. Posibles que tal vez no sean posibles en ese momento, porque nos negamos la posibilidad de sentirnos atraídos por más gente, pero posibles que si nos encerrasen una semana con ellos y tirasen la llave al fondo del mar acabarían confundiéndonos y nos arrastrarían a una espiral de perversiones y bajas pasiones ¡Qué bien suena! 


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